Comunión solemne

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- El Rdo. Albert Clayborn “Bertie” Pearson, Iglesia Episcopal San Francisco de Asís
Durante los primeros siglos de la Iglesia, todos los bautizados fueron admitidos a recibir la Santa Comunión -- el Santo Sacramento del cuerpo y sangre del Señor. La primera vez en que uno recibió el Sacramento, fue en el día de su bautismo, y esto fue el caso para las personas de la tercera edad, adultos, jóvenes, niños, y también a infantes. En estos años, solo para asistir la Misa fue algo peligroso, porque en el Imperio Romano, para ser Cristiano era una ofensa penable con castigo a la muerte. En el siglo 4, en que el Emperador Constantino se convirtió de paganismo a Cristianismo, la persecución de los cristianos se terminó, y la Iglesia podía abrir sus puertas con seguridad, dando la bienvenida a toda la sociedad.
Con este nueva situación de seguridad para la Iglesia, llegaron nuevos problemas: antes, para ser Cristiano uno tenía que arriesgar su vida -- cada Cristiano tenía que estar preparado para morir por su Señor. Aunque, mucha gente empezaba asistir la Misa, también se quedaron miembros de los cultos paganos. Ellos recibían el Sacramento en la Iglesia cada domingo, y haciendo sacrifico a otros dioses en lunes. Y como uno puede imaginar, esto molestó a sacerdotes.
Los obispos empezaban a pensar en maneras para terminar estas prácticas, y guiar a los Cristianos a una comprensión más completa a los misterios de la Iglesia. Se dieron cuenta que, si los adultos recibían el Sacramento sin devoción, los hizo también pensar en los niños que todavía les faltaba un entendimiento del Sacramento.
A partir de esta transición, en varias partes de la Iglesia, los obispos comenzaron a pedir que un niño tenía que entender la diferencia entre el Santo Sacramento (una experiencia sagrada) y una comida normal. Y en esta edad, las iglesias empezaron la costumbre de hacer los servicios de la Primera Comunión, para niños entre las edades de seis o siete años.
De un punto de vista, la Primera Comunión es algo bueno para los niños, porque les dio la oportunidad de asistir clases para entender más de las doctrinas de la Iglesia, y entender la naturaleza del Santo Sacramento. Pero por otro lado, por la perspectiva teológica, esta práctica ignora el hecho que la gracia de Dios no es dependiente de nuestro entendimiento, si no su gracia y un ministerio más allá de nuestra comprensión. Los sacramentos nunca son cosas que hacemos por Dios, si no cosas que Dios hace por nosotros.
Ahora muchas iglesias Episcopales realizan la Primera Comunión que combina lo mejor de ambos mundos. Los infantes pueden recibir la santa comunión inmediatamente después de su bautismo, pero cuando llegan a los seis o siete años, empiezan clases especiales de teología de la Eucaristía -- un tiempo de educación y reflexión en la naturaleza del Sacramento.
- El Rdo. Albert Clayborn “Bertie” Pearson, Iglesia Episcopal San Francisco de Asís
Durante los primeros siglos de la Iglesia, todos los bautizados fueron admitidos a recibir la Santa Comunión -- el Santo Sacramento del cuerpo y sangre del Señor. La primera vez en que uno recibió el Sacramento, fue en el día de su bautismo, y esto fue el caso para las personas de la tercera edad, adultos, jóvenes, niños, y también a infantes. En estos años, solo para asistir la Misa fue algo peligroso, porque en el Imperio Romano, para ser Cristiano era una ofensa penable con castigo a la muerte. En el siglo 4, en que el Emperador Constantino se convirtió de paganismo a Cristianismo, la persecución de los cristianos se terminó, y la Iglesia podía abrir sus puertas con seguridad, dando la bienvenida a toda la sociedad.
Con este nueva situación de seguridad para la Iglesia, llegaron nuevos problemas: antes, para ser Cristiano uno tenía que arriesgar su vida -- cada Cristiano tenía que estar preparado para morir por su Señor. Aunque, mucha gente empezaba asistir la Misa, también se quedaron miembros de los cultos paganos. Ellos recibían el Sacramento en la Iglesia cada domingo, y haciendo sacrifico a otros dioses en lunes. Y como uno puede imaginar, esto molestó a sacerdotes.
Los obispos empezaban a pensar en maneras para terminar estas prácticas, y guiar a los Cristianos a una comprensión más completa a los misterios de la Iglesia. Se dieron cuenta que, si los adultos recibían el Sacramento sin devoción, los hizo también pensar en los niños que todavía les faltaba un entendimiento del Sacramento.
A partir de esta transición, en varias partes de la Iglesia, los obispos comenzaron a pedir que un niño tenía que entender la diferencia entre el Santo Sacramento (una experiencia sagrada) y una comida normal. Y en esta edad, las iglesias empezaron la costumbre de hacer los servicios de la Primera Comunión, para niños entre las edades de seis o siete años.
De un punto de vista, la Primera Comunión es algo bueno para los niños, porque les dio la oportunidad de asistir clases para entender más de las doctrinas de la Iglesia, y entender la naturaleza del Santo Sacramento. Pero por otro lado, por la perspectiva teológica, esta práctica ignora el hecho que la gracia de Dios no es dependiente de nuestro entendimiento, si no su gracia y un ministerio más allá de nuestra comprensión. Los sacramentos nunca son cosas que hacemos por Dios, si no cosas que Dios hace por nosotros.
Ahora muchas iglesias Episcopales realizan la Primera Comunión que combina lo mejor de ambos mundos. Los infantes pueden recibir la santa comunión inmediatamente después de su bautismo, pero cuando llegan a los seis o siete años, empiezan clases especiales de teología de la Eucaristía -- un tiempo de educación y reflexión en la naturaleza del Sacramento.
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